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Nos pasa a todos

Bajo tierra relatan su historia, la misma para todos. Los testimonios de los empleados
del subterráneo exponen cómo el trabajo en el subte afectó su vida cotidiana.

La historia siempre es la misma para los trabajadores del subterráneo, el pasar de los años en el entorno laboral ha deteriorado la salud de cientos de empleados.“Che, me estoy quedando sordo. Llego a casa y discuto con mis hijos, con mi señora, con mi hermana, dicen que llego alterado, yo creo que estoy hablando en un tono normal y me dicen que estoy gritando, que pongo la televisión a 100. Con el tiempo me parece que estoy viendo un poco menos”, comentó Francisco Ledesma, metrodelegado por la Asociación Gremial de los trabajadores del Subte y Premetro (AGTSyP), y añadió: “A todos nos parece que vemos un poquito menos y en los controles sale que todos estamos teniendo problemas de vista”.

Las áreas más afectadas por las condiciones de trabajo son el sector tranvías y taller. Ledesma, comentó que muchos de sus compañeros afirman tener problemas en el pulmón por el grafito que se desprende de los motores, también señaló que es común escuchar frases como: “creo que el ruido del tren me está dejando sordo” o “creo que la mala vista de acá me está dejando ciego”.

Para Claudio Dellecarbone, metrodelegado al igual que Ledesma, hay una realidad que afecta a todos los trabajadores y que se refleja en el hogar, mientras miras la televisión, cuando subís el volumen y no escuchas “Lo del televisor es un ejemplo que todos los compañeros cuentan. A mí también me pasó, estás en la casa mirando la tele y no escuchás, entonces le das mucho volumen, tan alto que aturde a toda la casa. Después, te vas dando cuenta a la hora de la vida cotidiana, muchas veces te hablan no entendés mucho o entendés otra cosa”. En Pablo, quien labura en el subte hace 25 años atrás y tiene 7 siendo conductor, la historia es la misma: “Algunos dicen que soy de hablar fuerte”, señaló.

Facundo Heredia trabajó desde 1999 en el subterráneo en el puesto de mecánico, ha laburado en 3 talleres diferentes y desde hace 15 años está en el taller Caning de Escalabrini Ortiz. Para él, las condiciones laborales provocaron que perdiera la vista: “Fue recién  en el último registro de conducir que hice cuando me di cuenta que era grave, porque por la vista no me dieron el registro. Me mandaron a un oftalmólogo y tuve que hacerme anteojos. Tengo una pérdida de 3,5 en un ojo y en el otro de 1”. Eduardo, quien hoy está en boleterías, sufrió lo mismo que Heredia. Cuando empezó a laburar en el subte en 1974, no usaba anteojos y “andaba diez puntos”. Él fue conductor por tres años, guarda otro año más y como señalero, el que da las indicaciones de salida y entrada a los trenes en las cabeceras o cuando el vagón debe ir a la cochera, en ese puesto estuvo por 22 años.

Heredia, explicó que la pérdida de visión se da por el titileo del foco: “nosotros acá continuamente trabajamos con luz artificial, los tubos parpadeantes y todo eso pueden ser una causa que haya dañados mi visión, ya te digo tengo 18 años de estar trabajando bajo tierra. Gente mayor que yo, que tiene más años, no solo tiene problemas de vista. Tiene de todo tipo: dificultades en los huesos, rodillas, en las articulaciones”.

La pérdida de vista o audición no son las únicas consecuencias derivadas de la situación laboral. A César Walter, empleado desde hace 20 años en el subterráneo, el espacio reducido y el lugar inadecuado para el desarrollo de sus funciones le acarrearon una hernia de disco: “muchos achaques te trae esto por las posturas del trabajo, la incomodidad. Yo en mi caso particular trabajo con cosas pesadas y lo tengo que hacer de forma incómodo en un lugar incómodo. Eso a la larga trae consecuencias yo, en mi caso tengo una hernia de disco”.

Esta es la realidad que cuentan los trabajadores del subterráneo. Todos tienen dolencias comunes, la pérdida de audición, de visión y otras enfermedades se convirtieron en el distintivo de los que laburan bajo tierra por seis horas al día.

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